sábado, 17 de septiembre de 2016

Amnesia inducida

Los "sorprendentes" olvidos
de los famosos que condenan a Venezuela


Cuando se lee que México acumula -hasta el 31 de diciembre pasado- 26.898 personas desaparecidas, la mayoría de edades comprendidas entre 15 y 19 años, uno se pregunta por qué no se levantan las voces de los famosos que, en bloque cerrado, condenaron en 2014 "la represión del régimen venezolano contra la oposición pacífica”.
Se echan en falta las voces de los “comprometidos” Alejandro Sanz, Antonio Banderas, Carlos Baute, Rubén Blades, Juanes, Ricardo Montaner, o los llamamientos de las cantantes estadounidenses Cher o Madonna. Pero sobre todo, se echa de menos el activismo de artistas mexicanos como "Fher" - el líder de Maná - o las cantantes Paulina Rubio o Ana Gabriel, tan críticos con la situación venezolana. Por ninguna parte se les escucha la más leve manifestación por los espeluznantes datos que ofrece el informe anual del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, enviado al Senado mexicano. Según el citado informe, trasferido al órgano político por el secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de los 26.898 casos de personas no localizadas, 19.714 corresponden al sexo masculino, y 7.184 al femenino. Con excepción de Baja California Sur -destaca el computo- el número de personas que permanecieron como desaparecidas o no localizadas tiende a ser mayor en las entidades federativas del Norte del país y, en menor medida, en algunos estados del centro o centro norte. En dicho informe, se señala también que la mayor proporción de desaparecidos corresponde a personas jóvenes, de entre los 15 y 19 años, seguida por los que contaban con entre 20 y 24 años, en el momento de la desaparición. Si atendemos al contraste apreciable entre la actitud “preocupada” de los famosos en su papel como "activistas políticos" contra el proceso bolivariano de Venezuela, y su silencio frente al sangrante genocidio mexicano, salta a la vista que la coordinación de entonces, y el silencio cómplice de hoy, no son, precisamente, expresiones de coherencia moral y política. Y, desde luego, tampoco una simple casualidad inocente. Juan Andrés Pérez Rodríguez /canarias-semanal.org

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