Madrid
EL PARTIDO COMUNISTA
La situación con la que nos encontramos los y las comunistas a día de
hoy es crítica. El marxismo ha sufrido un retroceso enorme en cuanto a
influencia y reconocimiento entre las clases oprimidas; la inmensa
mayoría de los autodenominados Estados socialistas han desaparecido; la
inmensa mayoría de los Partidos Comunistas históricos se han disuelto o
han abrazado sin complejos la socialdemocracia más vulgar; finalmente,
las clases proletarias se encuentran en una situación de debilidad casi
sin precedentes, sufriendo el asalto constante de un imperialismo que se
cree sin enemigos.
Aunque sea típico considerar la caída del Muro de Berlín como punto
de inflexión en el retroceso comunista, la realidad es que la situación
actual es el resultado de un proceso de larga duración. No es éste el
lugar para un análisis en profundidad de esta cuestión, pero es
importante explicitar que rechazamos cualquier análisis superficial o
que asigne el grueso de las responsabilidades a agentes externos y no al
propio movimiento del proyecto comunista.
Es también muy común abordar cada uno de los aspectos antes
mencionados de manera unilateral, y de hecho merece la pena enumerar
algunos de los callejones sin salida más comunes a los que puede llevar
esa práctica.
Aquellos/as que ven como absolutamente central el derrumbe
ideológico, separado de sus causas y contexto histórico, suelen caer en
un teoricismo que se mira el ombligo de manera permanente. Pretenden
superar en el plano de lo ideal contradicciones que también, o sobre
todo, existen en el mundo material.
Aquellos/as que dan una importancia excesiva a la existencia o
supervivencia de Estados autodenominados socialistas pueden en ocasiones
centrar todas sus energías en defender a Estados que o bien todavía
resisten a través de las décadas (Cuba, Corea del Norte, etc) o bien han
abierto nuevas vías de cambio que se perciben como fundamentales
(Venezuela, Bolivia, etc).
Aquellos/as que sobredimensionan la necesidad imperiosa de
reconstruir (o reconstituir) el Partido Comunista pueden verse llevados a
procesos frenéticos de aglutinación de siglas o crecimiento
cuantitativo. Suelen confundir el autodenominarse como algo con la
existencia objetiva de ese algo.
Por último, la grave situación de la clase obrera, el deterioro
constante de sus derechos y calidad de vida, pueden llevar a algunos/as a
querer participar, dirigir o “hegemonizar” todas las luchas de
resistencia espontánea que surjan. Caen en el practicismo y el
seguidismo, obviando la necesidad de la organización y teoría
revolucionaria.
Por contra, nosotros/as planteamos que los distintos aspectos de la
situación actual forman un todo difícilmente separable. Cualquier
intento de solucionarlos de manera separada, o siguiendo algún tipo de
plan absolutamente lineal y mecánico, estará condenado al fracaso.
Obviamente es imposible delinear en un único documento los pasos a
seguir para salir de esta encrucijada. Estos serán por fuerza el fruto
de un proceso colectivo. Dicho eso, desde Iniciativa Comunista no
renunciamos a aportar nuestro grano de arena desde nuestra perspectiva y
situación material concreta.
El análisis dialéctico de la realidad
Cualquier desarrollo real es siempre el resultado de la interacción y
el condicionamiento múltiple de todos los aspectos necesarios de un
fenómeno dado. En el problema concreto que estamos tratando no es
difícil ver que existe una relación estrecha entre teoría
revolucionaria, organización revolucionaria (sea un Partido o no), las
estructuras sociales existentes (sean un Estado o no) y la situación
general a todos los niveles de las clases oprimidas.
Esta característica típica de todo desarrollo concreto, en la que las
causas se vuelven consecuencias y viceversa, nos lleva a la famosa
descripción de todo movimiento dialéctico como un círculo en expansión
que gira sobre sí mismo. O, más concretamente, como una espiral, un
sistema relativamente cerrado que se desarrolla históricamente según sus
propias leyes internas y abarcando cada vez más fenómenos en sí mismo.
Esta circularidad siempre ha supuesto un gran obstáculo a la hora de
entender la realidad, requerimiento imprescindible para su
transformación. Tanto es así que pasados más de 150 años desde que Marx y
Engels comenzasen a edificar el materialismo dialéctico como tal
todavía es rara la ocasión en la que tratamos de hacer un esfuerzo
consciente para continuar la tarea urgente de desarrollarlo y utilizarlo
consecuentemente.
No vamos a explorar aquí en profundidad estas puntualizaciones
filosóficas, pero creemos que es necesario pasar por encima de las
mismas para poder decir: el análisis, teorización, implantación y
transformación de nuestra realidad entendida como un proceso
interdependiente y desde una perspectiva revolucionaria no es una tarea
ni mucho menos sencilla. La complejidad de lo concreto y nuestras
limitaciones inherentes nos imponen unas restricciones severas a la
hora de llevar a cabo esta tarea. A esto debemos añadir la dificultad
coyuntural añadida de que el declive relativo del marxismo desde su
posición anterior hegemónica en el movimiento revolucionario nos
presente a una (o varias) generaciones que deben comenzar la tarea de la
liberación de su clase prácticamente desde cero.
La centralidad del Partido y la teoría revolucionaria
El aislar ciertos elementos (teoría, Partido, Estado, lucha social,
etc) de la totalidad es ya de por sí una abstracción, pero una
completamente necesaria para poder avanzar en el análisis. También, o
más bien precisamente, un tipo de abstracción completamente coherente
con el realizado por otras ciencias, si bien el hecho diferenciador
marxista sería el no olvidar el carácter temporal de estas abstracciones
mentales.
Para bien o para mal en nuestro ascenso de lo concreto a su
comprensión tenemos que abstraer todavía un poco más. Abstraemos, en el
sentido de tomar por separado temporalmente elementos de una totalidad, y
decimos que en la situación actual consideramos el binomio
Partido/teoría revolucionaria como central (o, si se quiere, como
“contradicción principal” en el análisis científico de la praxis
revolucionaria). Afirmamos esto por dos razones. Primero, como ya
dijese Lenin hace más de un siglo, porque no puede existir un movimiento
revolucionario sin teoría revolucionaria (cabe incluso mencionar la
frase que sigue a este famoso principio: “jamás se insistirá lo bastante
sobre esta idea en unos momentos en que a la prédica de moda del
oportunismo se une la afición a las formas más estrechas de la actividad
práctica”). Segundo, porque como hemos aprendido los/as comunistas sin
una organización revolucionaria de vanguardia no puede existir una
verdadera dirección y orientación de las luchas de la clase hacia su
conciencia para sí. La inoperancia absoluta del espontaneismo a la hora
de presentar una batalla contundente a la clase dominante, incluso
aunque el resultado final sea una victoria de corte reformista, es buena
pruebo de ello, también en nuestros días. Consideramos por tanto la
tarea de reconstituir el Partido Comunista desde la perspectiva del
socialismo científico como una cuestión absolutamente fundamental y de
la máxima urgencia.
Como hemos dicho la abstracción de los factores es siempre algo
temporal, y desde Iniciativa Comunista no olvidamos la importancia de
los otros aspectos de nuestra realidad. Creemos que es imposible avanzar
en el desarrollo de la teoría revolucionaria y la reconstitución del
Partido Comunista sin un contacto estrecho y constante con la realidad
concreta, sin un análisis de e identificación con las luchas y
movimientos espontáneos de resistencia. No simplemente por una cuestión
de principio, sino por ser éstos un factor inseparable en el desarrollo
dialéctico (en su génesis y su verificación) de la teoría y la
organización revolucionaria. En este sentido reivindicamos como
fundamental la llamada “línea de masas” para los/as comunistas.
Reivindicamos también la importancia de los acontecimientos a nivel
internacional, ya sean estos en los Estados autodenominados socialistas,
antimperialistas, o a menor escala. No sirve el desentendimiento
absoluto, ni tampoco las críticas fáciles desde posiciones idealistas
que nunca encuentran la realidad al gusto de sus deseos. Como habitantes
de un Estado imperialista consideramos fundamental el mantener una
posición de confrontación firme principalmente contra “nuestro” propio
imperialismo, sin que ello implique un seguidismo absoluto de los que
pudieran ser sus adversarios coyunturales. Estos dos matices sobre lo
que hemos identificado como contradicción principal suponen una de las
señas de identidad de Iniciativa Comunista, siendo un eje diferenciador
con otros destacamentos comunistas.
Línea de Trabajo
Dado que hemos identificado como centrales las cuestiones de la
definición teórica y la reconstitución del Partido debemos definir una
serie de tareas y objetivos concretos para avanzar por ese camino.
Rechazamos la aceptación dogmática de cuerpos teóricos entendidos
como un todo finalizado que “sólo” debe de ser reimplementado. Es
fundamental la autocrítica constante y el análisis concreto, ya que
entre las razones del colapso del Movimiento Comunista Internacional sin
duda habrá deficiencias de carácter teórico. Por otra parte también
rechazamos los intentos, algunas veces indistinguibles de un
post-marxismo militante, de dar un salto al vacío y negarse a dar un
sólo paso hasta haber “reconstituido” el comunismo desde sus mismos
cimientos. El devenir de la historia nos obliga siempre, y hoy en día
más que nunca, a adoptar una postura autocrítica con el marxismo, y a
prestar especial atención a la brecha entre teoría y práctica. Pero esto
no implica renunciar a algunos principios fundamentales que han sido
corroborados una y mil veces por la historia.
Creemos que se pueden identificar una serie de principios de mínimos,
que históricamente es coherente denominar (fundamentos del)
marxismo-leninismo, y que pueden servir como punto de partida para
cualquier desarrollo posterior. Estos son:
La lucha de clases como motor de la historia; la necesidad de la
dictadura del proletariado como etapa de transición hacia la abolición
de las clases sociales y toda opresión, el comunismo.
El análisis desde una perspectiva marxista de todos los tipos de
opresión estructural (de género, de raza, etc). La lucha constante por
su superación y la primacía del papel de las/os oprimidas/os en la
misma.
La necesidad del Partido de vanguardia basado en el centralismo democrático como forma propia de organización del proletariado.
La necesidad de la combinación de todas las formas de lucha en el
enfrentamiento prolongado que llevará al derrocamiento de la burguesía
como clase dominante.
La necesidad de la línea de masas. Sólo un Partido conectado
orgánicamente con las masas puede impulsar y dirigir sus posiciones
hacia una conciencia revolucionaria (conciencia para sí). Son ellas las
que deben ser protagonistas de la revolución y la construcción del
socialismo.
La necesidad del enfrentamiento político contra el oportunismo y el
revisionismo. Desde nuestra posición como comunistas en un país
imperialista se hace doblemente importante el combatir esas
manifestaciones de los intereses de clase burgueses en el movimiento
comunista.
La inevitabilidad de la lucha de dos líneas dentro del Partido (o su
embrión), como expresión ideológica de la lucha de clases en su seno,
sin que eso signifique que permitamos la existencia de fracciones en
nuestra organización.
Dentro de nuestra propuesta por desarrollar las bases necesarias para la
reconstitución del Partido Comunista destacamos la importancia del
análisis concreto de la realidad. En ese sentido recordamos la urgencia
de un análisis de clases del Estado español ajustado a nuestra situación
actual. Creemos también necesario un balance del papel de los Partidos
Comunistas en los centros imperialistas en el último siglo. A la vista
de su persistente deriva hacia posiciones reformistas, revisionistas y
complacientes con su postura privilegiada dentro del imperialismo vemos
como insuficientes la mayor parte de análisis que se contentan con
hablar de traiciones o el poder de la hegemonía burguesa. Si alguna vez
vamos a forjar un movimiento auténticamente revolucionario en el seno
del imperialismo necesitaremos una visión científica y ajustada a la
realidad de las causas materiales de la práctica política histórica de
los movimientos comunistas “occidentales”.
También buscamos impulsar el acercamiento a otros destacamentos,
organizaciones y colectivos que deseen trabajar con nosotros/as por la
reconstitución del Partido. Queremos evitar perder el tiempo con falsos
procesos de “unidad”, pero no tememos el debate y la confrontación. Es
seguro que algunas de nuestras tesis necesitarán ser revisadas y
modificadas, y consideramos imposible llegar a nuestros objetivos sin
pasar por ese proceso. Por ello potenciaremos el contacto directo con
otras organizaciones, la creación de espacios de coordinación comunista,
el debate y el estudio colectivo e individual. Todo ello conectado de
una manera permanente a nuestra realidad en toda su concreción, tanto a
nivel internacional como al nivel de nuestro Estado.
(Iniciativa Comunista, extracto de los Documentos del IV Congreso - Madrid)
Documentos Completos: http://iniciativacomunista.org/images/pdf/iv-congreso.pdf
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