“Verse durmiendo en la calle es un paso muy fácil. No es que uno haya
hecho una vida mala, es que pierdes tu trabajo y no tienes para pagar el
alquiler”, cuenta David Cerezo, mientras espera el reparto del almuerzo
ante una organización humanitaria de esta ciudad del sur de España.
Cerezo, de 39 años, ocupa una vivienda sin aseo en el centro de
Málaga junto a otras dos personas. Trabajó como panadero y confitero
pero la droga truncó su vida “entera”, le separó de su mujer, y le
arrebató para siempre a sus hermanos de 36 y 39 años.
Ahora está decidido a desintoxicarse en una comunidad terapéutica, explicó a IPS frente a la caseta de la asociación
Ángeles Malagueños de la Noche.
“La mayoría de los que piden comida aquí han acabado en la calle por
las drogas o el alcohol, pero también vienen padres en busca de alimento
para sus hijos y gente muy joven”, dijo señalando la fila bajo el sol
de mediodía donde decenas de personas esperan por una ración del arroz
que humea en una gran cacerola niquelada.
La larga y honda recesión económica y el alto nivel de desempleo que
afecta al 24,4 por ciento de la población activa, según datos del
Instituto Nacional de Estadística
(INE), empobrecieron a la población española mientras cayeron los
recursos gubernamentales destinados a los servicios sociales para los
más desfavorecidos.
Según datos de mediados de año, en este país de 47,2 millones de
habitantes, entre 20,4 por ciento y 27,3 por ciento de la población,
según se haga la medición con los parámetros oficiales españoles o
europeos, vive por debajo del nivel de la pobreza.
Tampoco tener un empleo libra a los españoles de situaciones de
pobreza. La crisis incrementó el índice de “pobreza laboral” de 10,8 por
ciento a 12,3 entre 2007 y 2010, según el
Dossier de Pobreza EAPN España 2014.
Lo que es peor,
27 por ciento de la población infantil, más de 2,3 millones de niñas y niños, viven en pobreza o en riesgo de ella, según el
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
En ese contexto, el gasto público destinado a ayudar a los más
necesitados fue de 18.982 millones de dólares, un recorte de 2.782
millones de dólares respecto a dos años antes, según un
estudio divulgado el 19 de septiembre por la
Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales.
“Te ves en la calle porque no tienes a quién recurrir. Y una vez que
estás ahí es muy difícil remontar el vuelo”, aseguró Miguel Arregui, de
40 años.
Alto y de cabello negro, contó a IPS que pasó 15 días “eternos”
durmiendo al raso y le robaron dos bolsas con ropa y su móvil. Separado y
con un hijo de 11 años, vive desde hace unas semanas en un albergue
donde está superando su adicción a la droga.
David y Miguel son dos de las miles de personas sin hogar en España,
unas 23.000 según la última encuesta del INE de 2012, cifra que las
organizaciones sociales de que los asisten elevan a 40.000.
El informe 2014 sobre exclusión y desarrollo social en España, de la
Fundación Foessa,
advierte de que hay cinco millones de personas afectadas por
situaciones de exclusión severa, 82,6 por ciento más que en 2007, el año
previo al estallido de la crisis financiera que aún persiste.
Las personas sin hogar están muy cerca, plantea, pero su realidad es
muy desconocida por la ciudadanía. Viven y duermen en la calle o en los
distintos recursos disponibles para ellos debido a múltiples factores
sociales, estructurales y personales.
En Málaga decenas de familias sin recursos, muchas desalojadas de sus
casas por impago de alquileres o de hipotecas, han buscado un techo
ocupando de forma colectiva edificios vacíos propiedad de bancos o de
constructoras en quiebra, formando las denominadas “corralas”, término
que apela a las antiguas casas de vecindad.
Durante el primer semestre de 2014 se produjeron en España 37.241 desalojos forzados de viviendas, según datos del
Consejo General del Poder Judicial.
Desde 2007 hasta hoy se acumulan 569.144 procedimientos de ejecución hipotecaria, alerta
la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Mientras, hay 3,5 millones de viviendas vacías, un monto equivalente a 14 por ciento del parque inmobiliario, según el
INE.
Varias personas amanecen en los bancos de piedra cerca de la caseta
que empieza a repartir desayunos a las 9:00. “El otro día fui al
albergue. Me dijeron que estaba lleno y me dieron una manta”, dijo José,
de 47 años, que pasó 15 en prisión y confiesa que tiene que robar para
poder pagar una pensión en la que pasar la noche.
“Se puede dar una vuelta de tuerca al sistema brindando en primer
lugar una vivienda de forma permanente e incondicional”, explicó a IPS
el director de
RAIS Fundación, José Manuel Caballol.
La organización impulsa en España el modelo
Housing First,
dirigido a personas que lleven un mínimo de tres años en la calle y
aquellas aquejadas de enfermedades mentales, adicción a las drogas o el
alcohol y discapacitadas.
Caballol explicó que la realidad es que las personas sin hogar con
problemáticas graves difícilmente pueden acceder a los dispositivos
especializados de alojamiento como albergues, pisos tutelados o
pensiones y si lo hacen no logran avanzar en su rehabilitación o
resultan expulsados del sistema.
“Los resultados son espectaculares. Las personas están encantadas,
cuidan su casa y cuidan de ellos mismos porque quieren conservar lo que
tienen”, valoró Caballol.
El activista está convencido de que esta metodología, surgida en
Estados Unidos en los años 90, “plantea una solución definitiva al
problema de la persona en la calle y supone un ahorro significativo de
los costes del Estado, por ejemplo, en la atención hospitalaria”.
Un total de 28 personas sin hogar habitan desde julio ocho viviendas
en Málaga, 10 en Barcelona y otra decena en Madrid, algunas cedidas a
RAIS y otras alquiladas por la oenegé mediante acuerdos con
ayuntamientos, fundaciones y con apoyo económico gubernamental.
“Los cambios que se producen en las personas son muy rápidos”,
destacó Caballol quien remarcó el papel de los trabajadores sociales,
psicólogos y técnicos de integración social que escuchan, acompañan y
ayudan según lo que los propios beneficiarios vayan decidiendo y no al
revés.
“En la calle me siento indefenso, muy inferior. Pierdes tu dignidad y
es difícil recuperarla. Quiero salir de esto”, dijo Miguel Arregui poco
antes de entrar en un albergue en el centro de Málaga.
La oenegé
Ayuda en Acción advierte de que de una de cada cinco personas
está en riesgo de exclusión en España.
Cerezo cree que la red de atención para las personas sin hogar no se
adecúa a las necesidades existentes y aboga por otros modelos como
“casas de acogida” para los más vulnerables “con habitaciones y
orientación de profesionales”.
El número de personas atendidas en el país por la organización
asistencial católica Cáritas aumentó 30 por ciento en 2013 en relación
al año anterior, según
la memoria que presentó el 29 de septiembre.
IPS
Inés Benítez