La Casa Blanca está dispuesta a cooperar con el Congreso para imponer sanciones a Venezuela bajo la acusación de “reprimir de las protestas antigubernamentales”, informó el miércoles el consejero estadounidense de Seguridad Nacional, Antony Blinken.
“Washington ha evitado imponer nuevas sanciones en los últimos años para ver si nuestros aliados en América Latina podían lograr resultados a través de los esfuerzos diplomáticos con el fin de sacar a opositores de la cárcel y fomentar las reformas electorales en Venezuela”, alegó el funcionario estadounidense.
Anthony Blinken, candidato al puesto de secretario adjunto de Estado, aseveró que los entes regionales no han tenido éxito hasta el momento.
El pasado mes de julio, el Gobierno
norteamericano prohibió la entrada de algunas autoridades venezolanas,
entre ellas, los ministros y asesores presidenciales, el motivo fue el
ataque contra los manifestantes antigubernamentales en Venezuela.
Entre tanto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha condenado
energéticamente la pretensión de Washington y ha acusado a la ultra
derecha venezolana (oposición) de conspiran contra su legítimo Gobierno
con la ayuda de EE.UU.
Ya, en septiembre, el canciller venezolano, Rafael Ramírez, censuró el respaldo del Gobierno estadounidense a la violencia que desataron los opositores, según el funcionario, en busca de destruir la estabilidad del país latinoamericano.
La injerencia de EE.UU. en los asuntos internos de Venezuela no ha hecho mella en la popularidad de Maduro, pues el 52 por ciento de los venezolanos valora como positiva la gestión del presidente bolivariano, según un sondeo de opinión realizado por la encuestadora Hinterlaces entre el 2 y el 5 de mayo.
Entre febrero y mayo, algunas ciudades de Venezuela, especialmente Caracas (capital), se convirtieron en escenarios de violentas manifestaciones, incitadas por la derecha con respaldo extranjero, con el fin de propiciar un golpe de Estado.
La violencia se ha saldado con 43 muertos, centenares de heridos y numerosos daños a las infraestructuras del país.
Htv/EM1867
Ya, en septiembre, el canciller venezolano, Rafael Ramírez, censuró el respaldo del Gobierno estadounidense a la violencia que desataron los opositores, según el funcionario, en busca de destruir la estabilidad del país latinoamericano.
La injerencia de EE.UU. en los asuntos internos de Venezuela no ha hecho mella en la popularidad de Maduro, pues el 52 por ciento de los venezolanos valora como positiva la gestión del presidente bolivariano, según un sondeo de opinión realizado por la encuestadora Hinterlaces entre el 2 y el 5 de mayo.
Entre febrero y mayo, algunas ciudades de Venezuela, especialmente Caracas (capital), se convirtieron en escenarios de violentas manifestaciones, incitadas por la derecha con respaldo extranjero, con el fin de propiciar un golpe de Estado.
La violencia se ha saldado con 43 muertos, centenares de heridos y numerosos daños a las infraestructuras del país.
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